Un murciano en Lituania
Desvaríos de una mente calenturienta con mucho tiempo libre en un país desconocido
sábado, 5 de mayo de 2012
De vuelta en Murcia (otra vez)
Hola chavalería
Me vuelvo a encontrar en la tierra que me vio nacer, crecer y emigrar a Lituania. Mis desavenencias con la Universidad de Murcia continúan en este segundo cuatrimestre debido a que esa maravillosa asignatura con la que mantengo una estrecha relación de odio-aún más odio todavía se imparte de manera anual.
El caso es que cuando empezaba a hacer bueno en Kaunas, se movían festivales, eventos entretenidos para los Erasmus y toda esa serie de cosas, me tocó volverme.
Llegué a Murcia el jueves de madrugada tras haber gastado el día con los pocos de nuestro grupo que estábamos en Kaunas (el resto andaba de viaje por Polonia) y no pude hacer mucho más que irme directo a la cama, porque a la mañana siguiente tenía prácticas, tan útiles, entretenidas y didácticas como siempre .
Por la noche, me animé a reencontrarme con mis amigos de aquí, pero ya se sabe que conforme se va acabando la carrera, o se está en ello, comienzan los desperdigamientos y los desarraigos, pero bueno, nos sobrepondremos.
Mientras me dirigía a mi cita con sede en Pizzería Ralonni centro (¡muncho Murcia!) observé una escena impactante a la vez que hilarante: un chaval esperaba con su ciclomotor a que se abriera el semáforo, mientras un amigo suyo, también ataviado con casco de moto, llegó corriendo y le qutó las llaves del contacto, para huir rápidamente y montarse en otra moto junto con un tercer personaje, dejando al primero con dos palmos de narices y la moto parada mientras huían descojonándose, mientras yo hacía lo propio observándolos desde la acera al ritmo de Tom Petty and the Heartbreakers en mis auriculares.
La cena transcurrió satisfactoriamente en un ambiente de limoneros y cachondeo, poniéndonos al día mi gran amigo Francisco y yo mientras refrescábamos nuestros gaznates con Estrella de Levante y devorábamos unas ralonnitatas, una pizza Capitán Sensible y como colofón, la deliciosa tarta Superperrete de bizcocho rojo que te pone el muñeco tres veces más grande de lo normal. Después, decidimos echar una copa por ahí, y por el camino fui encontrándome con más amigos y conocidos, y es que Murcia, amigos míos, es muy muy pequeña, nos conocemos todos al fin y al cabo. Cuando volvía a casa, pude observar ciertas novedades en el barrio, como nuevos comercios, algunos de toda la vida cerrados y ese tipo de cosas.
Pero sin duda, lo más llamativo de la salida, es que ayer el centro estaba vacío, hacía una temperatura de cine y las murcianas podían salir a lucir palmito, pero no era así. Estaban todas en el dichoso SOS4.8, el evento borreguil anual que se celebra en la ciudad del Segura (al cual no descarto asistir algún año si me merece la pena el cartel) Se veían grupos de personas totalmente homogéneos, y es que estos modernikis parecen cortados todos con la misma maldita tijera: pantalones de pitillo ajustados en sus cuerpos de sifilíticos, gorricos de noche para parecer más guays, una cantidad aberrante de Ray-Ban wayfarer (o sucedáneos) por metro cuadrado. También merecen una mención aparte las chicas con gafas del 1,2,3 que probablemente ni necesitan, lo cual las hace parecer auténticas retrasadas además de quedarles como a un Santo Cristo un par de pistolas. Me gustará ver qué demonios hacen con esa horterada de anteojos cuando se pase la estúpida moda que azota este país de catetos y gente sin personalidad. Y yo no es que me meta con las tribus urbanas, o con cómo viste la gente, la música que escucha y lo que hacen o dejan de hacer, pero me parece una supina estupidez hacer algo sólo porque es la moda, amigos. Y es que yo, ayer habría sido el hombre más feliz del mundo si hubiera dispuesto de un lanzallamas.
Y ahora, la nota polémica del día: me pareció increíble la cantidad de homosexuales que ví por la calle, no sé si es la falta de costumbre, ya que en Lituania el club del pepino cuenta con un limitadísimo número de adeptos, o al menos no se dejan ver tanto como aquí. Que estamos con lo de siempre, me parece cojonudo que cada uno tenga su orientación sexual, pero yo no voy gritando a los cuatro vientos cuánto me gustan las chicas, así que por favor, ahorradnos el dantesco espectáculo de ir actuando como locazas gratuitamente.
Y hasta aquí llega la soflama de hoy, amigos míos. Seguimos en contacto
sábado, 28 de abril de 2012
Lithuanian Spring
Hola gentecilla
Aunque parezca increíble, en esta ciudad hay vida, y ha salido toda junta a la calle con el sol. Llevamos dos días a más de 25ºC, los cuales hemos invertido prácticamente en la calle, bien sea tomando cervezas en las múltiples terrazas instaladas con la llegada definitiva (o eso parece) del buen tiempo, o simplemente paseando por la ciudad.
Este semana hay algo así como un festival de Jazz en la ciudad, y hay un escenario instalado en las gradas del río, donde antes de ayer echamos la tarde al sol, y ayer fuimos con el objetivo de repetir plan, pero había un tipo que tocaba la guitarra francamente mal, y no habíamos comprado nada de beber, con lo cual nos fuimos a una terraza a ver pasar gente, y es que parece a los lituanos les han entrado las ganas de vivir de repente. En serio que parece otra ciudad, ya no comparada con el invierno a -30ºC, mismamente la semana pasada había unos 15 y de vez en cuando lloviznaba, y esto seguía pareciendo una ciudad fantasma.
En la última entrada os hablé de Eric, el chico taiwanés que cargado con todo el equipo, realizó el Free Tour de Riga con nosotros, pues hoy su viaje le traía a Kaunas, y tal como prometió, nos avisó que venía. Así que, tras salir anoche, esta mañana hemos madrugado y hemos ido en su búsqueda a la estación del tren, pero nos ha tocado correr tras él porque gracias al autobús hemos llegado un poco tarde a la cita y él ya había echado a andar. Le hemos mostrado lo más importante de la ciudad, como Laisves Aleja, Zalgirio Arena, los parques que hay entre los ríos por la zona del castillo, siempre intentando contarle un poco acerca de lo que íbamos viendo, y es que, nos hemos dado cuenta que a lo tonto, sabemos bastante de la ciudad.
Hemos comido un bocata de tortilla de patatas (que hábilmente decidimos hacer anoche para ir más relajados hoy) y unas cervezas sentados en el césped del parque del castillo, disfrutando el sol, el buen tiempo y las vistas. ¿Quién me iba a decir a mí que comería tortilla española con un taiwanés en Lituania? El muchacho no hablaba demasiado, pero la comunicación era fluida y escuchaba con atención hasta la más mínima gilipollez que decíamos (lo cual no es nada infrecuente en nosotros)
Tras disfrutar la mañana y la primera parte de la tarde, ahora toca echar un rato con los libros y seguir disfrutando del buen tiempo en la noche (por fin sin chaquetón) y a ver si tenemos suerte de ver algo del Festival de Jazz.
Aunque parezca increíble, en esta ciudad hay vida, y ha salido toda junta a la calle con el sol. Llevamos dos días a más de 25ºC, los cuales hemos invertido prácticamente en la calle, bien sea tomando cervezas en las múltiples terrazas instaladas con la llegada definitiva (o eso parece) del buen tiempo, o simplemente paseando por la ciudad.
Este semana hay algo así como un festival de Jazz en la ciudad, y hay un escenario instalado en las gradas del río, donde antes de ayer echamos la tarde al sol, y ayer fuimos con el objetivo de repetir plan, pero había un tipo que tocaba la guitarra francamente mal, y no habíamos comprado nada de beber, con lo cual nos fuimos a una terraza a ver pasar gente, y es que parece a los lituanos les han entrado las ganas de vivir de repente. En serio que parece otra ciudad, ya no comparada con el invierno a -30ºC, mismamente la semana pasada había unos 15 y de vez en cuando lloviznaba, y esto seguía pareciendo una ciudad fantasma.
En la última entrada os hablé de Eric, el chico taiwanés que cargado con todo el equipo, realizó el Free Tour de Riga con nosotros, pues hoy su viaje le traía a Kaunas, y tal como prometió, nos avisó que venía. Así que, tras salir anoche, esta mañana hemos madrugado y hemos ido en su búsqueda a la estación del tren, pero nos ha tocado correr tras él porque gracias al autobús hemos llegado un poco tarde a la cita y él ya había echado a andar. Le hemos mostrado lo más importante de la ciudad, como Laisves Aleja, Zalgirio Arena, los parques que hay entre los ríos por la zona del castillo, siempre intentando contarle un poco acerca de lo que íbamos viendo, y es que, nos hemos dado cuenta que a lo tonto, sabemos bastante de la ciudad.
Hemos comido un bocata de tortilla de patatas (que hábilmente decidimos hacer anoche para ir más relajados hoy) y unas cervezas sentados en el césped del parque del castillo, disfrutando el sol, el buen tiempo y las vistas. ¿Quién me iba a decir a mí que comería tortilla española con un taiwanés en Lituania? El muchacho no hablaba demasiado, pero la comunicación era fluida y escuchaba con atención hasta la más mínima gilipollez que decíamos (lo cual no es nada infrecuente en nosotros)
Tras disfrutar la mañana y la primera parte de la tarde, ahora toca echar un rato con los libros y seguir disfrutando del buen tiempo en la noche (por fin sin chaquetón) y a ver si tenemos suerte de ver algo del Festival de Jazz.
lunes, 23 de abril de 2012
Riga
Hola de nuevo amigos, tras unos días sin escribir nada debido a que he andado algo ocupado, vuelvo a la carga. Anoche llegamos a Kaunas tras un fin de semana de viaje, esta vez el destino fue Riga, la capital de la vecina Letonia, pero empecemos por el principio.
Los países bálticos son pequeñitos y están bastante bien comunicados entre ellos (me refiero a abundancia de medios de transporte y su reducido precio, porque las carreteras son una mierda enorme) Aprovechando esta situación, decidimos visitar la capital, Riga. Es la mayor ciudad de las repúblicas bálticas, y el puerto más importante de la antigua URSS, es una ciudad bastante más grande que Vilnius, por ejemplo y, a mi gusto, también más bonita. Hay una cierta rivalidad en ver quién tiene el centro histórico más bonito y, personalmente, como acabo de decir, creo que gana Riga. Aunque no sólo en el centro histórico, en general, me ha gustado más que la capital de Lituania.
Como viene siendo habitual, para viajar hay que madrugar o trasnochar: esta vez hicimos las dos cosas. Salimos el viernes por Kaunas, y el sábado tocó madrugar para ir a Vlinius en tren a coger el autobús. El viaje de ida transcurrió tranquilo y sin sobresaltos, el autobús era relativamente cómodo y llegó puntual. Lo primero que hicimos en Riga fue sacar dinero, ya que, una vez más, tocaba moneda nueva: el Lat letón tiene un valor aproximado de 1.2 €uros, pero no me voy a poner a hablar de política y economía, hoy no. Con una cantidad razonable de dinero en el bolsillo nos dirigimos a nuestro hostel (Famous Fun Frank, os lo recomiendo a todos) donde nada más llegar nos dijeron que dejáramos el equipaje y nos tomásemos algo en el bar, vamos, que nos invitaron a una cerveza. El bar tenía 4 cámaras frigoríficas a reventar de botellas de Zelta, la cerveza letona por excelencia. Reservamos 6 plazas en una habitación de 10, con lo que compartiríamos con más gente, pero nos dieron finalmente una de 6, todo un detalle por su parte.
Llegamos a la habitación, pequeñita, pero con 3 cómodas literas y taquillas, nos dimos un pateo por el centro histórico de la ciudad y comimos algo. Riga es una ciudad ecléctica, combinando diferentes tipos de arquitectura en la misma calle incluso. Esta mezcla de estilos le da un encanto especial a la ciudad, que esta vez sí que parece una ciudad típica centroeuropea, fruto de la fuerte influencia alemana, pero con toques de ciudad del este que le dan un encanto especial. Como viene siendo habitual por la zona, hay muchas iglesias grandes, en este caso, de tres confesiones distintas: catolicismo, protestantismo y ortodoxia rusa. También hay una gran cantidad de parques, uno muy bonito con 7 puentes por una tradición de boda letona, que está construido alrededor del canal que servía de foso defensivo en la fortificación de la ciudad. También había una grupo de músicos callejeros con una batería, un timbal y varios instrumentos de viento versionando canciones actuales, los cuales se llevaron un merecidísimo aplauso de nuestra parte.
Después del paseo, fuimos al hostel a descansar un rato, pues como dije antes, habíamos salido la noche anterior, y los autobuses son fatales para echar una cabezada. Tras la siesta, vimos el clásico en el hostel echando unas cervezas, y para completar la noche, la recepcionista nos presentó una oferta que no pudimos rechazar: por 5 Lats nos llevaban en taxi a la discoteca más grande de la ciudad, entrábamos, y encima nos daban otra birra en el hostel mientras venía el taxi ¿cómo le íbamos a decir que no? El caso es que nos plantamos en un garito de 3 plantas, con multitud de salas, gente extraña, españoles advirtiéndonos acerca de lo listas que son las profesionales locales y demás. Pero lo mejor sin duda, la sala de electro-house, con un musicote tremendo que nos tuvo allí la práctica totalidad del tiempo, con algunos de los chavales que también se hospedaban en nuestro hostel.
Al día siguiente, nos levantamos para desayunar, y fuimos al mercado. Había puestos en la calle y una plaza de abastos gigante con 4 naves, en la cual nos detuvimos un buen rato en la sección de pescado, observando boquiabiertos cómo una pescadera abroncaba a una anguila por salirse del cofre que compartía con sus compañeras, todo muy surrealista. Ese día decidimos realizar el Free Tour que ofertaba el hostel, con una guía muy maja que nos contó muchas curiosidades e historias acerca de los lugares que visitábamos, y que nos seguía bastante el rollo cuando decíamos alguna gilipollez (cosa bastante frecuente en nosotros) También estuvimos acompañados por Eric, un chico de Taiwan, que cámara reflex, trípode e Ipad en mano, compartió la visita de la ciudad con nosotros, un auténtico genio que está viajando por Europa. Nos enseñó su cuaderno de bocetos y no pudimos más que quedarnos admirados ante su visión a mano alzada y directamente en tinta de sitios como Tokyo, la estepa mongola, el metro de Moscú... Coincidimos también con una celebración de la llegada de la primavera, aunque la primavera báltica ya sabéis todos cómo es... pero la gente estaba muy motivada con sus pomperos y todos andando en procesión. También he de destacar la gran presencia de bicis en la ciudad, la vi bastante preparada para ello, mención aparte la cantidad de fixies que pude cruzarme. El tour concluyó con un chupito de una bebida típica letona de hierbas, que cuenta la tradición que usan hasta como medicina. Dicen que sabe a rayos, pero después de haberlas cogido a Samagonas aquí en la residencia, creo que ya puedo hasta beber alquitrán.
A la vuelta, un bus que iba de Riga a Vilnius, y de allí a Kaunas, un rodeo bastante estúpido, pero es lo que había si queríamos volver a un precio razonable. Ecolines es una empresa de autobuses Lowcost, con una política bastante extraña. Si recordáis nuestro viaje a Polonia, el bus llegó tarde, y ya sabemos la razón, los muy retrasados esperan hasta que llega el último viajero que ha reservado, !incluso te llaman para decirte que te están esperando! Una cosa es que den 5 ó 10 minutos de cortesía, pero no tres cuartos de hora. En España o llegas a tiempo o te dan por el culo con una caña rajada. El caso es que esta vez, a azafata era bastante estúpida, al menos con nosotros, pero bueno, el viaje transcurrió de una manera aceptable, sin demasiados acontecimientos salvo nuestro habitual cachondeo, y el extraño momento en el que el conductor del autobús decidió calentar las ruedas al más puro estilo warm-up lap en Fórmula 1, dando bandazos. Creemos que era por las roderas de la carretera, pero coño, reduce la velocidad al menos, que llevas un cacharro de 2 plantas, ¡desgraciado!. Y así, llegando a Kaunas cerca de la medianoche, transcurrió nuestra aventura letona.
Un saludo para todos, amigos míos
Los países bálticos son pequeñitos y están bastante bien comunicados entre ellos (me refiero a abundancia de medios de transporte y su reducido precio, porque las carreteras son una mierda enorme) Aprovechando esta situación, decidimos visitar la capital, Riga. Es la mayor ciudad de las repúblicas bálticas, y el puerto más importante de la antigua URSS, es una ciudad bastante más grande que Vilnius, por ejemplo y, a mi gusto, también más bonita. Hay una cierta rivalidad en ver quién tiene el centro histórico más bonito y, personalmente, como acabo de decir, creo que gana Riga. Aunque no sólo en el centro histórico, en general, me ha gustado más que la capital de Lituania.
Como viene siendo habitual, para viajar hay que madrugar o trasnochar: esta vez hicimos las dos cosas. Salimos el viernes por Kaunas, y el sábado tocó madrugar para ir a Vlinius en tren a coger el autobús. El viaje de ida transcurrió tranquilo y sin sobresaltos, el autobús era relativamente cómodo y llegó puntual. Lo primero que hicimos en Riga fue sacar dinero, ya que, una vez más, tocaba moneda nueva: el Lat letón tiene un valor aproximado de 1.2 €uros, pero no me voy a poner a hablar de política y economía, hoy no. Con una cantidad razonable de dinero en el bolsillo nos dirigimos a nuestro hostel (Famous Fun Frank, os lo recomiendo a todos) donde nada más llegar nos dijeron que dejáramos el equipaje y nos tomásemos algo en el bar, vamos, que nos invitaron a una cerveza. El bar tenía 4 cámaras frigoríficas a reventar de botellas de Zelta, la cerveza letona por excelencia. Reservamos 6 plazas en una habitación de 10, con lo que compartiríamos con más gente, pero nos dieron finalmente una de 6, todo un detalle por su parte.
Llegamos a la habitación, pequeñita, pero con 3 cómodas literas y taquillas, nos dimos un pateo por el centro histórico de la ciudad y comimos algo. Riga es una ciudad ecléctica, combinando diferentes tipos de arquitectura en la misma calle incluso. Esta mezcla de estilos le da un encanto especial a la ciudad, que esta vez sí que parece una ciudad típica centroeuropea, fruto de la fuerte influencia alemana, pero con toques de ciudad del este que le dan un encanto especial. Como viene siendo habitual por la zona, hay muchas iglesias grandes, en este caso, de tres confesiones distintas: catolicismo, protestantismo y ortodoxia rusa. También hay una gran cantidad de parques, uno muy bonito con 7 puentes por una tradición de boda letona, que está construido alrededor del canal que servía de foso defensivo en la fortificación de la ciudad. También había una grupo de músicos callejeros con una batería, un timbal y varios instrumentos de viento versionando canciones actuales, los cuales se llevaron un merecidísimo aplauso de nuestra parte.
Después del paseo, fuimos al hostel a descansar un rato, pues como dije antes, habíamos salido la noche anterior, y los autobuses son fatales para echar una cabezada. Tras la siesta, vimos el clásico en el hostel echando unas cervezas, y para completar la noche, la recepcionista nos presentó una oferta que no pudimos rechazar: por 5 Lats nos llevaban en taxi a la discoteca más grande de la ciudad, entrábamos, y encima nos daban otra birra en el hostel mientras venía el taxi ¿cómo le íbamos a decir que no? El caso es que nos plantamos en un garito de 3 plantas, con multitud de salas, gente extraña, españoles advirtiéndonos acerca de lo listas que son las profesionales locales y demás. Pero lo mejor sin duda, la sala de electro-house, con un musicote tremendo que nos tuvo allí la práctica totalidad del tiempo, con algunos de los chavales que también se hospedaban en nuestro hostel.
Al día siguiente, nos levantamos para desayunar, y fuimos al mercado. Había puestos en la calle y una plaza de abastos gigante con 4 naves, en la cual nos detuvimos un buen rato en la sección de pescado, observando boquiabiertos cómo una pescadera abroncaba a una anguila por salirse del cofre que compartía con sus compañeras, todo muy surrealista. Ese día decidimos realizar el Free Tour que ofertaba el hostel, con una guía muy maja que nos contó muchas curiosidades e historias acerca de los lugares que visitábamos, y que nos seguía bastante el rollo cuando decíamos alguna gilipollez (cosa bastante frecuente en nosotros) También estuvimos acompañados por Eric, un chico de Taiwan, que cámara reflex, trípode e Ipad en mano, compartió la visita de la ciudad con nosotros, un auténtico genio que está viajando por Europa. Nos enseñó su cuaderno de bocetos y no pudimos más que quedarnos admirados ante su visión a mano alzada y directamente en tinta de sitios como Tokyo, la estepa mongola, el metro de Moscú... Coincidimos también con una celebración de la llegada de la primavera, aunque la primavera báltica ya sabéis todos cómo es... pero la gente estaba muy motivada con sus pomperos y todos andando en procesión. También he de destacar la gran presencia de bicis en la ciudad, la vi bastante preparada para ello, mención aparte la cantidad de fixies que pude cruzarme. El tour concluyó con un chupito de una bebida típica letona de hierbas, que cuenta la tradición que usan hasta como medicina. Dicen que sabe a rayos, pero después de haberlas cogido a Samagonas aquí en la residencia, creo que ya puedo hasta beber alquitrán.
A la vuelta, un bus que iba de Riga a Vilnius, y de allí a Kaunas, un rodeo bastante estúpido, pero es lo que había si queríamos volver a un precio razonable. Ecolines es una empresa de autobuses Lowcost, con una política bastante extraña. Si recordáis nuestro viaje a Polonia, el bus llegó tarde, y ya sabemos la razón, los muy retrasados esperan hasta que llega el último viajero que ha reservado, !incluso te llaman para decirte que te están esperando! Una cosa es que den 5 ó 10 minutos de cortesía, pero no tres cuartos de hora. En España o llegas a tiempo o te dan por el culo con una caña rajada. El caso es que esta vez, a azafata era bastante estúpida, al menos con nosotros, pero bueno, el viaje transcurrió de una manera aceptable, sin demasiados acontecimientos salvo nuestro habitual cachondeo, y el extraño momento en el que el conductor del autobús decidió calentar las ruedas al más puro estilo warm-up lap en Fórmula 1, dando bandazos. Creemos que era por las roderas de la carretera, pero coño, reduce la velocidad al menos, que llevas un cacharro de 2 plantas, ¡desgraciado!. Y así, llegando a Kaunas cerca de la medianoche, transcurrió nuestra aventura letona.
Un saludo para todos, amigos míos
viernes, 6 de abril de 2012
BC Zalgiris Kaunas - BC Lietuvos Rytas
Como hacemos siempre, ayer aprovechamos la ausencia de alguien del grupo para hacer cosas distintas. Héctor es, de lejos, el más aficionado de nosotros al basket. Y mirad que a mí me gusta, o a Lidia, pero este hombre ha sido jugador, es entrenador, se acuesta a las mil viendo los partidos de la NBA, pero cometió un fallo, no se pensó lo de echarse novia y le tocó ir a verla.
Así que, con este plan, y la visita de los familiares de Martica, nos decidimos a ir al mayor espectáculo baloncestístico que te puede ofrecer la LKL lituana; el Celtics-Lakers (el escudo del Rytas es una burda copia del escudo de los Lakers) el Madrid-Barça de Lituania:. Zalgiris Kaunas - Lietuvos Rytas (o lo que es lo mismo Kaunas - VIlnius) Rivalidad a tope en el campo (son los dos mejores equipos) y en las gradas (las dos ciudades más importantes del país)
Como viene siendo habitual, llegamos antes de tiempo al estadio, pasamos el control de seguridad y por fin nos hicimos con la camiseta del equipo local, un recuerdo más para cuando todo esto acabe. Mientras íbamos en busca de nuestro sitio, pasamos por un guardarropa con una azafata majísima (Ievute, no te lo creas mucho) y dejamos allí nuestros abrigos. Así, ataviados con la camiseta verde de Kaunas y cerveza en mano entramos al graderío. Durante las presentaciones, al equipo visitante le cayó una pitada de aúpa, y eso que el estadio es grande (casi 16000 localidades para partidos de basket) pero estos aficionados están un poco grillados y se hacen oír. No me quiero imaginar el pabellón antiguo, tendría que ser una olla a presión al más puro estilo turco o griego.
Himno nacional de rigor cantado en directo por un coro (si es que nos hace falta una letra para el nuestro pero ya) con banderas de Lituania por todas partes, la gente emocionadísima, vamos lo que tendría que pasar en todos sitios pero no pasa, y ya me callo con el tema que sé que algunos os encendéis.
El partido comenzó con un claro dominio del Lietuvos Rytas, que llegó a ir ganando hasta de 20 al filo del descanso, gran parte de la culpa la tuvieron Rays, el típico base afroamericano que allí no es nadie pero aquí hace lo que le da la gana, y Valanciunas, el nuevo talento del país. Un chavalín de 19 años y 2.13 muy muy coordinado para lo grande que es y que esperemos que no se lo carguen colgándole también a este la etiqueta de ser el "nuevo Sabonis". Sabas, uno de los mejores de la historia (y es que pese a las lesiones siguió siendo una fiera) hubo uno y no habrá más, punto y pelota. Este muchacho fue escogido por Toronto en el Draft pero no se pudo ir por problemas con su contrato en Lituania, pero muy pronto será carne de NBA. Y así, nos fuimos al descanso, con un palizón que hacía presagiar la tragedia, y como siempre, no nos equivocamos. De Vilnius vinieron unos cuantos motivados a animar a su equipo, que ya hay que tener ganas sabiendo lo reventada de la cabeza que está este gente. Pese al estricto control policial que tenían los aficionados, en el descanso salieron a pedir una birra, al aseo, lo típico. Y los Ultras del Zalgiris, también ¿qué pasó? que mientras nosotros nos dirigíamos al meódromo vimos a gente acumularse y hablar por lo bajini, nos supusimos que tramaban algo y nos quedamos a una distancia prudencial pero desde la que podíamos observar todo. Así, cuando se reunieron los efectivos suficientes, comenzaron a golpear la cristalera del sector donde se encontraba la hinchada rival y se enzarzaron en una pelea que duró hasta la carga policial, la cual dirigió a la marabunta de hinchas furiosos hacia nuestra posición, pero nos escabullimos hábilmente bajo unos arcos de hormigón y vimos cómo alguno recibía los cuidados de las fuerzas de la ley y el orden lituanas. Y es que a estos muchachos les gusta más una pelea que a Dios las misas.
Al reanudarse el partido, el Zalgiris fue cogiendo confianza, Popovic estuvo muy acertado, incluso Rakovic se animó y tiró de repertorio, la grada se crecía cuando veían que su equipo se acercaba en el marcador al máximo rival. La afición se serenaba y se hacia amistosa, tanto que los de la fila de alante querían invitar a la hermana de Marta a una cerveza, pero la chica no bebe y acabaron sentados al lado del primo de la muchacha (todo un fenómeno) al cual convidaron a una birra y le contaron sus vidas. Los tiempos muertos, como siempre, animadísimos con las cheerleaders y sus numeritos, mi favorito es en el que suben a una de ellas y se mete por debajo del aro de la canasta, lo atraviesa y una vez encima comienza a hacer acrobacias entre el aro y el tablero...
El último cuarto fue de infarto, adelantándose los equipos alternativamente en el marcador, hasta que a falta de 3 minutos el Zalgiris consolidó su ventaja, que conservaría hasta el final del partido. La contienda acabó, venciendo el equipo local 86 - 81, todo el estadio dándoles las gracias (Aciu, aciu) y bengalas en la zona Ultra. Con esta victoria, Zalgiris queda líder destacado con 20 victorias y 1 derrota (así tienen que ser de malos los otros, porque en la Euroliga han hecho un ridículo bastante serio jugando auténticas mierdas de partidos) seguido por el Lietuvos con 18/4, así que lo tienen muy difícil para perder la liga regular.
Y así, con la victoria de nuestro nuevo equipo en las retinas, nos fuimos al Maxima a comprar bebercio para celebrarlo, no os podéis imaginar el gentío que había con el mismo propósito que nosotros. Luego, unas copichuelas donde esta gente, y una pequeña salida nocturna de jueves, como siempre.
Sin más, me despido de vosotros hasta la próxima, que no sé cuándo será (ya pasará algo itneresante) ya que ahora toca estudiar (y sí, es en serio)
Así que, con este plan, y la visita de los familiares de Martica, nos decidimos a ir al mayor espectáculo baloncestístico que te puede ofrecer la LKL lituana; el Celtics-Lakers (el escudo del Rytas es una burda copia del escudo de los Lakers) el Madrid-Barça de Lituania:. Zalgiris Kaunas - Lietuvos Rytas (o lo que es lo mismo Kaunas - VIlnius) Rivalidad a tope en el campo (son los dos mejores equipos) y en las gradas (las dos ciudades más importantes del país)
Como viene siendo habitual, llegamos antes de tiempo al estadio, pasamos el control de seguridad y por fin nos hicimos con la camiseta del equipo local, un recuerdo más para cuando todo esto acabe. Mientras íbamos en busca de nuestro sitio, pasamos por un guardarropa con una azafata majísima (Ievute, no te lo creas mucho) y dejamos allí nuestros abrigos. Así, ataviados con la camiseta verde de Kaunas y cerveza en mano entramos al graderío. Durante las presentaciones, al equipo visitante le cayó una pitada de aúpa, y eso que el estadio es grande (casi 16000 localidades para partidos de basket) pero estos aficionados están un poco grillados y se hacen oír. No me quiero imaginar el pabellón antiguo, tendría que ser una olla a presión al más puro estilo turco o griego.
Himno nacional de rigor cantado en directo por un coro (si es que nos hace falta una letra para el nuestro pero ya) con banderas de Lituania por todas partes, la gente emocionadísima, vamos lo que tendría que pasar en todos sitios pero no pasa, y ya me callo con el tema que sé que algunos os encendéis.
El partido comenzó con un claro dominio del Lietuvos Rytas, que llegó a ir ganando hasta de 20 al filo del descanso, gran parte de la culpa la tuvieron Rays, el típico base afroamericano que allí no es nadie pero aquí hace lo que le da la gana, y Valanciunas, el nuevo talento del país. Un chavalín de 19 años y 2.13 muy muy coordinado para lo grande que es y que esperemos que no se lo carguen colgándole también a este la etiqueta de ser el "nuevo Sabonis". Sabas, uno de los mejores de la historia (y es que pese a las lesiones siguió siendo una fiera) hubo uno y no habrá más, punto y pelota. Este muchacho fue escogido por Toronto en el Draft pero no se pudo ir por problemas con su contrato en Lituania, pero muy pronto será carne de NBA. Y así, nos fuimos al descanso, con un palizón que hacía presagiar la tragedia, y como siempre, no nos equivocamos. De Vilnius vinieron unos cuantos motivados a animar a su equipo, que ya hay que tener ganas sabiendo lo reventada de la cabeza que está este gente. Pese al estricto control policial que tenían los aficionados, en el descanso salieron a pedir una birra, al aseo, lo típico. Y los Ultras del Zalgiris, también ¿qué pasó? que mientras nosotros nos dirigíamos al meódromo vimos a gente acumularse y hablar por lo bajini, nos supusimos que tramaban algo y nos quedamos a una distancia prudencial pero desde la que podíamos observar todo. Así, cuando se reunieron los efectivos suficientes, comenzaron a golpear la cristalera del sector donde se encontraba la hinchada rival y se enzarzaron en una pelea que duró hasta la carga policial, la cual dirigió a la marabunta de hinchas furiosos hacia nuestra posición, pero nos escabullimos hábilmente bajo unos arcos de hormigón y vimos cómo alguno recibía los cuidados de las fuerzas de la ley y el orden lituanas. Y es que a estos muchachos les gusta más una pelea que a Dios las misas.
Al reanudarse el partido, el Zalgiris fue cogiendo confianza, Popovic estuvo muy acertado, incluso Rakovic se animó y tiró de repertorio, la grada se crecía cuando veían que su equipo se acercaba en el marcador al máximo rival. La afición se serenaba y se hacia amistosa, tanto que los de la fila de alante querían invitar a la hermana de Marta a una cerveza, pero la chica no bebe y acabaron sentados al lado del primo de la muchacha (todo un fenómeno) al cual convidaron a una birra y le contaron sus vidas. Los tiempos muertos, como siempre, animadísimos con las cheerleaders y sus numeritos, mi favorito es en el que suben a una de ellas y se mete por debajo del aro de la canasta, lo atraviesa y una vez encima comienza a hacer acrobacias entre el aro y el tablero...
El último cuarto fue de infarto, adelantándose los equipos alternativamente en el marcador, hasta que a falta de 3 minutos el Zalgiris consolidó su ventaja, que conservaría hasta el final del partido. La contienda acabó, venciendo el equipo local 86 - 81, todo el estadio dándoles las gracias (Aciu, aciu) y bengalas en la zona Ultra. Con esta victoria, Zalgiris queda líder destacado con 20 victorias y 1 derrota (así tienen que ser de malos los otros, porque en la Euroliga han hecho un ridículo bastante serio jugando auténticas mierdas de partidos) seguido por el Lietuvos con 18/4, así que lo tienen muy difícil para perder la liga regular.
Y así, con la victoria de nuestro nuevo equipo en las retinas, nos fuimos al Maxima a comprar bebercio para celebrarlo, no os podéis imaginar el gentío que había con el mismo propósito que nosotros. Luego, unas copichuelas donde esta gente, y una pequeña salida nocturna de jueves, como siempre.
Sin más, me despido de vosotros hasta la próxima, que no sé cuándo será (ya pasará algo itneresante) ya que ahora toca estudiar (y sí, es en serio)
miércoles, 4 de abril de 2012
Winter is coming (back)
Hola amigos, hace tiempo que no escribo, pero los estudios y otras cosas que no son los estudios me tienen bastante ocupado (y que soy un puto vago, para qué engañarnos)
Tras la entrada de la primavera, en la que seguía haciendo frío y de vez en cuando teníamos días de sol, vino el cambio de hora, con el cual las horas de luz se alargaron sensiblemente y nos permitían disfrutar de tardes más o menos agradables.
Incluso, el fin de semana pasado nos dimos el lujo de jugar al rugby en el parque de al lado del Zalgirio Arena, en una isla en medio del río, muy divertido todo, sobre todo el hecho de poder volver a sentir el balón oval en mis manos y al día siguiente sentirme de nuevo como si me hubiese pasado un trailer por encima, y es que ya lo decía mi abuela, palos con gusto no duelen.
El caso es que, cuando la primavera despuntaba, aunque las chicas se vistan igual que cuando hacía -30ºC, lleva dos días nevando a muerte. No hace frío suficiente como para que cuaje, y en la calle no se está a disgusto del todo, pero aquí no paran de caer copos y los tejados siguen blancos.
También destacar que aquí en Semana Santa no hacen nada especial. Tampoco es que a mí me quite el sueño, pero sí que echaré de menos la procesión de los Salzillos y los aperitivos de después que se acaban alargando hasta los bocatas de madrugada en casa del Maestro...
Pues eso amiguitos, que aquí sigue nevando y yo encantado, seguimos en contacto. Besos para todas y abrazos para todos
Tras la entrada de la primavera, en la que seguía haciendo frío y de vez en cuando teníamos días de sol, vino el cambio de hora, con el cual las horas de luz se alargaron sensiblemente y nos permitían disfrutar de tardes más o menos agradables.
Incluso, el fin de semana pasado nos dimos el lujo de jugar al rugby en el parque de al lado del Zalgirio Arena, en una isla en medio del río, muy divertido todo, sobre todo el hecho de poder volver a sentir el balón oval en mis manos y al día siguiente sentirme de nuevo como si me hubiese pasado un trailer por encima, y es que ya lo decía mi abuela, palos con gusto no duelen.
El caso es que, cuando la primavera despuntaba, aunque las chicas se vistan igual que cuando hacía -30ºC, lleva dos días nevando a muerte. No hace frío suficiente como para que cuaje, y en la calle no se está a disgusto del todo, pero aquí no paran de caer copos y los tejados siguen blancos.
También destacar que aquí en Semana Santa no hacen nada especial. Tampoco es que a mí me quite el sueño, pero sí que echaré de menos la procesión de los Salzillos y los aperitivos de después que se acaban alargando hasta los bocatas de madrugada en casa del Maestro...
Pues eso amiguitos, que aquí sigue nevando y yo encantado, seguimos en contacto. Besos para todas y abrazos para todos
lunes, 19 de marzo de 2012
Winter has not gone yet
Y es que, aunque en cuanto llega Marzo nos flipamos, el invierno acaba oficialmente entre el 20 y el 21, y hoy seguimos a 19.
Este fin de semana ha hecho sol y buena temperatura (unos 15-16ºC) y ya comenzábamos a creer que como mucho ya sólo veríamos lluvias, pero una vez más, la naturaleza nos demuestra lo equivocados que estábamos.
Anoche comenzó a llover, y cuando iba a clase estaba todo mojado. Después de comer se ha levantado una ventolera considerable mientras seguía cayendo agua (bueno, eso de caer es relativo, el agua iba para todas partes) y conforme ha caído la noche ha empezado a nevar. De vez en cuando estos días atrás ha caído algún copo aislado de noche, pero era nieve como más seca, vamos que si te entraba el copo en un ojo te jodía, pero hoy el suelo vuelve a estar blanco. No hace demasiado frío, cerca de 0ºC, por lo que no creo que aguante mucho, pero ya sabéis que una de las razones por las que me vine aquí fue la nieve, y cada vez que la veo lo tengo que contar, yo soy así.
Por otra parte, los días se van haciendo mucho más largos, en el sentido de que anochece más tarde, pero también amanece mucho antes, aquí en verano con 5 horas de oscuridad nada más se tienen que volver jodidamente locos (aún más)
La verdad es que llevaba tiempo sin escribir, pero tampoco ha pasado nada reseñable estos días, salvo la celebración del cumple del Sevi, que alquiló un Limobus con el que nos dedicamos a pasear por Kaunas mientras montábamos la pre-party (y es que así llama esta gente al botelleo de antes de la discoteca). Nuestro primer destino fue el aeropuerto, a ver si veíamos a algún viajero al que llevar, pero no hubo suerte. También visitamos un mirador cerca de nuestro barrio, el típico sitio que en España sería un picadero, y como colofón volvimos a Kauno Marios, que sigue congelado. Una vez allí, por fin pude echarle hielo a los cubatas, que aquí sólo lo hay en las discotecas, y conforme iban cayendo copas y hacíamos el gilipollas mientras Marta se caía una y otra vez (pobrecica, tenía que disfrutarlo que la otra vez no pudo venir) se nos ocurrió la genial idea de echarnos una foto en calzones encima del lago helado. Ahí sí que hubiera tenido gracia que se hubiera roto la capa de hielo, con dos cojones.
Y sin nada más que contar, hasta aquí llega la entrada de hoy, un pequeño escrito relámpago en una pausa de mis estudios, porque aunque no lo creáis, y vosotros hoy estaréis de Día del padre, yo de vez en cuando tengo algo que hacer, y si a eso le sumamos que aquí no está mi señor progenitor, el resultado es que yo estudio mientras vosotros os los estáis tocando.
Este fin de semana ha hecho sol y buena temperatura (unos 15-16ºC) y ya comenzábamos a creer que como mucho ya sólo veríamos lluvias, pero una vez más, la naturaleza nos demuestra lo equivocados que estábamos.
Anoche comenzó a llover, y cuando iba a clase estaba todo mojado. Después de comer se ha levantado una ventolera considerable mientras seguía cayendo agua (bueno, eso de caer es relativo, el agua iba para todas partes) y conforme ha caído la noche ha empezado a nevar. De vez en cuando estos días atrás ha caído algún copo aislado de noche, pero era nieve como más seca, vamos que si te entraba el copo en un ojo te jodía, pero hoy el suelo vuelve a estar blanco. No hace demasiado frío, cerca de 0ºC, por lo que no creo que aguante mucho, pero ya sabéis que una de las razones por las que me vine aquí fue la nieve, y cada vez que la veo lo tengo que contar, yo soy así.
Por otra parte, los días se van haciendo mucho más largos, en el sentido de que anochece más tarde, pero también amanece mucho antes, aquí en verano con 5 horas de oscuridad nada más se tienen que volver jodidamente locos (aún más)
La verdad es que llevaba tiempo sin escribir, pero tampoco ha pasado nada reseñable estos días, salvo la celebración del cumple del Sevi, que alquiló un Limobus con el que nos dedicamos a pasear por Kaunas mientras montábamos la pre-party (y es que así llama esta gente al botelleo de antes de la discoteca). Nuestro primer destino fue el aeropuerto, a ver si veíamos a algún viajero al que llevar, pero no hubo suerte. También visitamos un mirador cerca de nuestro barrio, el típico sitio que en España sería un picadero, y como colofón volvimos a Kauno Marios, que sigue congelado. Una vez allí, por fin pude echarle hielo a los cubatas, que aquí sólo lo hay en las discotecas, y conforme iban cayendo copas y hacíamos el gilipollas mientras Marta se caía una y otra vez (pobrecica, tenía que disfrutarlo que la otra vez no pudo venir) se nos ocurrió la genial idea de echarnos una foto en calzones encima del lago helado. Ahí sí que hubiera tenido gracia que se hubiera roto la capa de hielo, con dos cojones.
Y sin nada más que contar, hasta aquí llega la entrada de hoy, un pequeño escrito relámpago en una pausa de mis estudios, porque aunque no lo creáis, y vosotros hoy estaréis de Día del padre, yo de vez en cuando tengo algo que hacer, y si a eso le sumamos que aquí no está mi señor progenitor, el resultado es que yo estudio mientras vosotros os los estáis tocando.
sábado, 10 de marzo de 2012
Ucrania - Bielorrusia
Seguimos con el viaje:
Tras nuestra última noche en Lublin, donde ya habíamos adquirido con anterioridad los billetes del autobús que nos llevaría a Lviv, nos dirigimos a la estación con tiempo, para no ir pegados y buscar el andén correcto y esas cosas. Al rato de estar allí, apareció un cascarón con ruedas con un cartelito en la luna que rezaba: Lublin-Lwow (Esto es Lviv escrito en polaco).
El conductor, un hombre mayor con una cara de lo más simpática, cogió nuestros billetes para comprobarlos y... ¡sorpresa! otra vez la teníamos liada. El día antes le escribimos a la señora de la taquilla con pelos y señales el origen, destino y fecha del viaje, pero la muy fenómena nos dio los billetes para tres días después. Así que, el buen hombre se dirigió con nosotros a la taquilla, y cuando se puso a negociar con la taquillera, nos hizo un gesto para que saliéramos de allí. No sé cómo se las gobernó, pero cambió nuestros billetes sin suplemento ni nada parecido. El buen hombre, Vitali (no sabemos su nombre, así que cogimos uno ruso random) usaba su palanca para abrir los maleteros, para apoyarse, para mover cosas, vamos lo que viene siendo una auténtica herramienta multiuso. En las escaleras del bus había también una caja de herramientas llena de cachivaches oxidados, casi tanto como la chapa que se veía debajo de los desconchones de la pintura. Una señora mayor nos decía que tenía tres botellas de vodka, que si queríamos echar unos chupitos con ella. Vitali era un conductor hábil, pero un tanto despistado, tanto que tuvimos un par de sustos, uno de los cuales nos rescató de las garras de Morfeo, despertándonos con un sobresalto al notar el frenazo que tuvo que dar para no comerse un coche que esperaba para girar. Conforme avanzaban las horas de viaje en aquella máquina soviet, nos acercábamos a la frontera, y nuestros temores se acrecentaban un poco, porque aunque teníamos todo en regla, las historias de sobornos, pasaportes que desaparecen y cosas así que todos hemos leído, se hacían presentes en nuestros comentarios.
El caso es que llegamos a la frontera en sí, donde un militar polaco subió, pidió nuestros pasaportes, les echó un ojo y se los llevó. Al rato, volvió Vitali con ellos en la mano, y cruzamos la parte polaca de la frontera. Unos metros después, nos volvimos a detener, y entraron entonces los militares ucranianos con el mismo procedimiento, salvo que esta vez, la señora que nos pidió la documentación decidió entablar una conversación en inglés con el Sevi y conmigo, que íbamos sentados juntos, la cual paso a relatar:
¿Qué os trae a Ucrania?
-Turismo
¿Cuánto tiempo vais a estar?
-5 días
¿Dónde vais a estar?
-En Lviv y luego en Kiev
¿Dónde?
-Kiev
¿Dónde?
-Kiev
¿Dónde? (Aquí ya nos costaba no descojonarnos en la cara de la señora, pero el temor a que subiese Dimitri con un AK47 en las manos todavía era patente)
- A Kiev, la capital del país
Aaaaaaah, Kyiv (y es que así se transcribe del cirílico y se pronuncia en ucraniano)
Un ratito parados, pasaportes de vuelta con un sello (por fin, pensé que jamás lo estrenaría, y es ya el segundo que tengo) y alguna pregunta a otras personas de nuestro grupo para corroborar nuestra información. Conforme avanzábamos por la carretera y veíamos pueblos de mala muerte, naves y mucho hormigón y uralita pensábamos ¿dónde cojones nos hemos metido?. Casi llegando a Lviv, Vitali nos preguntó a dónde íbamos y nos dejó lo más cerca que pudo de nuestro hostel, al que llegamos en menos de 10 minutos andando. La ciudad nos sorprendía a cada paso que dábamos, del hormigón y los bloques de viviendas sociales del extrarradio pasábamos a una ciudad de estilo moderno, con edificios de principios del siglo XX de lo más coquetos, perfectamente restaurados y calles espaciosas con comercios, buena iluminación (toma nota, Kaunas) y gente.
Nuestro hostel estaba en uno de estos edificios que os digo, el típico en el centro de una ciudad española en el cual en una vivienda se han dividido las dependencias para poner consultas de médicos privados, despachos de abogados o gestorías, uno de estos pisos de techos altos y habitaciones grandísimas. La recepcionsta era muy simpática y muy guapa, todo sea dicho. Y es que, tras nuestra visita a Polonia, donde quedamos un poco decepcionados con el tema de belleza femenina, puedo afirmar que las ucranianas pelean con uñas y dientes el escalón más alto del podio de chicas guapas a las lituanas.
Lviv será sede de la Eurocopa, por lo tanto, la ciudad como ya decía, ha sufrido un lavado de cara. Tiene un par de avenidas muy bonitas llenas de edificios preciosos, una Ópera impresionante y un cementerio (sí, un cementerio, no es que seamos unos frikis, si no que lo recomiendan en las guías de viaje) impresionante. También tiene vida nocturna, y es que no podíamos irnos de Ucrania sin ir a una discoteca en fin de semana (ya que en Kiev estaríamos a princpios de la siguiente) Después de comer en un restaurante pijísimo en el cual había un menú del día barato, el cual no estaba disponible porque era tarde y comimos a la carta igualmente barato en un sitio en el que te ponían el abrigo al irte, fuimos a la estación del tren a por nuestro billete para Kiev. Todo fue muy sencillo, escribiendo la chica nos entendió y nos dio nuestros billetes con la fecha correcta, sin descuento porque en Ucrania el ISIC no funciona, y a la hora correcta, las 6 de la mañana. Nos pareció demasiado fácil, así que decidimos llegar a la estación un poco antes con la colaboración de la recepcionista que nos llamó unos taxis y todo, pese a que la hicimos levantarse, qué encanto de chica.
Tras jugarnos la vida en los taxis ucranianos, que menos mal que no eran Ladas (el coche soviet por excelencia, que también se puede encontrar a patadas en Cuba) llegamos a la estación. Cogimos nuestro tren, y en 6 horas llegaríamos a Kiev. La verdad es que este viaje fue de los mejores: sin fallos, un tren relativamente nuevo y casi todo el viaje durmiendo. Una vez en la capital, al salir de la estación, nos dirigimos al metro. Bueno, os cuento algo para situaros. La moneda de Ucrania es el Gryvna (para nostros Grifa, Chisme o Unidad Monetaria Random) cuyo valor es de 10 céntimos de €uro aproximadamente. El metro valía 2 chismes que cambiabas por una ficha como la de los coches de choque, la cual introducías en el torno al entrar y ya te podías pasar allí todo el día. Una ciudad como Kiev, con un censo de 3 millones de habitantes, pero donde realmente viven cerca de 5 es una locura a la hora de los transportes. Gente corriendo, escaleras interminables (la parada de metro más profunda está a 100m bajo el nivel de la calle) Tras un par de transbordos llegamos a la calle de nuestro hostel, al lado del estadio Olímpico de Kiev (sede de la final de la Euro) Allí nos establecimos en un hostel que estaba bastante bien, pero el chaval de recepción era un tanto gilipollas, que hay que decirlo todo. Una vez duchados y nuestros bártulos en su sitio, nos dimos nuestro primer paseo por la ciudad. Como era domingo, la avenida principal de la ciudad estaba cortada al tráfico, y habia muchísima gente paseando por ella. Está flanqueada por edificios faraónicos en el estilo arquitectónico favorito de Stalin (no, no es el hormigón y la uralita, eso era sólo para las casas de la gente) y es digna de ver. Para mi gusto, esta ciudad no tiene nada que envidiarle a otras grandes urbes europeas, si no que es bastante occidental y muy bonita. También se nota el dinero que proviene del gas, ya que el parque automovilístico de la ciudad es flipante: Mercedes clase G y S por doquier, Acura, Lexus, Infiniti...
Si bien Polonia era ligeramente más barato que España, Ucrania es más o menos igual. Lo que ahorras en transportes y ciertos servicios, lo notas en el carro de la compra. La mayoría de cosas tienen que importarlas, y eso se paga.
Para esta ciudad seguimos una guía de cómo ver Kiev en 3 días que Jose encontró en la red. Bueno, un poco a nuestro ritmo y perdiendo bastante tiempo en la embajada de Bielorrusia, ya que necesitábamos el visado de tránsito para no tener que volver por Polonia, lo que aumentaba considerablemente la duración del viaje. Para todo esto de la embajada, fuimos primero a la española para que nos dijeran dónde estaba la de Bielorrusia, ya que en google fuimos incapaces de encontrarla. A medida que pasaba el tiempo, nos íbamos acostumbrando al alfabeto cilíndrico (gracias Marta :P) y podíamos descifrar algunos carteles, pero otros no había manera, y es que en palabras de José Mota, eso no son letras, son gente asomada, árboles y asientos. El caso es que nos dividimos en dos grupos para buscar la embajada en una manzana enorme, con lo cual uno de los dos equipos no tuvo éxito, y cuando fuimos a reunirnos con el otro grupo en la embajada bielorrusa, al ir a abrir la puerta, un policía me dijo que no, que le siguiese. El tipo comenzó a andar hacia un callejón de lo más sospechoso, y nosotros le seguíamos a una distancia prudencial temiendo que quisiera hacer revisión de carteras o algo parecido, y nos metió a un sótano donde ya nos veíamos contra la pared y con dos balas en el cráneo, pero no, allí estaban el resto rellenando papelorios. La gente de la embajada fue muy maja, pero por más que preguntamos no nos supieron o quisieron decir por cuánto nos saldría la broma, y que teníamos que volver al día siguiente a que nos dieran el visado, que ésto sólo era una instancia. Aprovechamos el resto del día visitando catedrales e iglesias, que en esta zona hay para hartarse, cada cual más bonita que la anterior: San Andrés, Santa Sofía, San Vladimir, incluso entramos en algunas mientras estaban dando misa ortodoxa. El ambiente es muy solemne, las chicas con el pelo tapado, encendiendo velitas cuya luz les iluminaba el rostro y las hacía parecer aún más guapas.
Al día siguiente, antes de ir a por nuestros papeles, necesitábamos los billetes del tren para certificar qué haríamos en la Rusia blanca, así que para la estación que tiramos. Nos hicimos entender con unos post-it traducidos de internet, un mapa escrito en cirílico y la buena fe de la taquillera. Los billetes eran Kiev-Minsk y unas horas más tarde Minsk-Vilnius.
Después, visitamos el santuario de las cuevas, a las cuales no pudisos acceder y la estatua de la Madre Patria, una construcción mastodóntica de más de 100m de altura en cuya base hay un museo de la IIGM muy interesante, al menos para mí. Así empleamos la mañana, y por la tarde a la embajada a completar los papeleos. Tras un rato de cola, un hombre con pinta de haber pertenecido al KGB y con toda la dentadura de oro, nos dejó pasar a unos pocos a las dependencias de la embajada. Una vez allí, tocaba rellenar más papeles y pagar un auténtico dineral para poder estar 48 horas en el país, pero bueno, no había otra opción (si la había pero no la contemplábamos) así que, dicho y hecho, se pagó y por la tarde recogimos el pasaporte con una pegatina electrónica que nos dejaba entrar y salir de Bielorrusia libremente. El último día en Kiev lo invertimos en realizar un free tour por la ciudad, donde nuestra guía, Ludmila, nos contaba historias y curiosidades acerca de los monumentos, edificios y la ciudad en sí (si no, de dónde creéis que he sacado los datos) Por la noche, tras prepararnos un picnic y demás, tomamos el tren con destino Minsk, esta vez era un coche-cama, otra vez separados en dos grupos de 4 en habitáculos contiguos.
El viaje en tren comenzó bien, ya que después de cenar fuimos durmiéndonos poco a poco hasta que se paró el tren, nos despertaron y las autoridades ucranianas nos pidieron la documentación, todo en regla y en marcha otra vez. Una hora más tarde, les tocó el turno a los bielorrusos, aquí es donde más preocupación teníamos, ya que otra vez volvían a nuestra mente las cosas que habíamos leído, oído, etc, pero nada de lo que preocuparnos realmente, porque todo estaba en regla. Pasada otra hora, paramos otra vez, sin saber por qué, pero volvieron a entrar militares y volvieron a echarle un ojo a todos los papeles.
Una vez en Minsk, sacamos algo de dinero, esta vez rublos bielorrusos, con un cambio escandalosísimo, si ya con la Gryvna manejábamos fajos insultantes de billetes, con esta moneda era de risa: 1 €uro son 10000 chismes de estos...
Minsk es el prototipo perfecto de ciudad comunista. Nada más bajar de la estación están las puertas de la ciudad, dos edificios presididos por torres, un reloj en la izquierda, y el emblema del país en la derecha, con la hoz y el martillo más grandes que he visto en mi vida. En esta ciudad les va el turismo barato, todo lleno de hoteles de una estrella (chiste malo :P) Como decía, la arquitectura de la ciudad es muy soviet: avenidas anchísimas, de 8 carriles, aceras de 30 metros de ancho, edificios altos y construcciones civiles de dimensiones faraónicas, según nos explicaron, para recordar al ciudadano su insignificancia ante la maquinaria comunista (suena a cachondeo pero es así) Para comer, para no perder la costumbre, fuimos a un McDonald's que son bastante más baratos que en España, pero si ves la factura te asustas cuando un McMenú completo vale 40000 unidades monetarias, ni que hubieras comprado acciones del restaurante. Dando vueltas por allí, con la sensación de seguridad que aportaba la fuerte presencia policial y militar en toda la ciudad, pasaron las horas hasta que se hizo la hora de volver a casa. El último tren, con destino Vilnius ya nos parecía un cachondeo, tiene huevos que nos volviésemos a sentir seguros en uno de los países más inseguros de la UE, pero así son las cosas y así somos nosotros, que nos enorgullecemos de volver a "entender" los carteles, incluso los militares de la frontera nos parecía que iban de buen rollo, y nos sonreían cuando les dábamos las gracias (Aciu) al devolvernos nuestro pasaporte.
De Vilnius a Kaunas en autobús, pensando seriamente si ir a Barbara's porque era jueves, plan que no cuajó porque estábamos reventadísimos. Por lo menos a las chiquillas del asiento de al lado les alegramos el viaje diciendo gilipolleces acerca de los nombres de las calles de nuestra querida Kaunas según nos acercábamos.
Y así amigos, concluye nuestra andadura por la Europa más del este todavía, espero que os haya gustado la mitad que a mí el poder escribirlo. Saludos para todos, y en breve habrá más
PD: En general, Ucrania me sorprendió gratamente, no me esperaba un país tan bonito ni gente tan normal. Lo único que no hablan casi inglés, pero la infraestructura de este país se come a la polaca con papas, creo que les irá mejor en la Euro que a sus vecinos.
Tras nuestra última noche en Lublin, donde ya habíamos adquirido con anterioridad los billetes del autobús que nos llevaría a Lviv, nos dirigimos a la estación con tiempo, para no ir pegados y buscar el andén correcto y esas cosas. Al rato de estar allí, apareció un cascarón con ruedas con un cartelito en la luna que rezaba: Lublin-Lwow (Esto es Lviv escrito en polaco).
El conductor, un hombre mayor con una cara de lo más simpática, cogió nuestros billetes para comprobarlos y... ¡sorpresa! otra vez la teníamos liada. El día antes le escribimos a la señora de la taquilla con pelos y señales el origen, destino y fecha del viaje, pero la muy fenómena nos dio los billetes para tres días después. Así que, el buen hombre se dirigió con nosotros a la taquilla, y cuando se puso a negociar con la taquillera, nos hizo un gesto para que saliéramos de allí. No sé cómo se las gobernó, pero cambió nuestros billetes sin suplemento ni nada parecido. El buen hombre, Vitali (no sabemos su nombre, así que cogimos uno ruso random) usaba su palanca para abrir los maleteros, para apoyarse, para mover cosas, vamos lo que viene siendo una auténtica herramienta multiuso. En las escaleras del bus había también una caja de herramientas llena de cachivaches oxidados, casi tanto como la chapa que se veía debajo de los desconchones de la pintura. Una señora mayor nos decía que tenía tres botellas de vodka, que si queríamos echar unos chupitos con ella. Vitali era un conductor hábil, pero un tanto despistado, tanto que tuvimos un par de sustos, uno de los cuales nos rescató de las garras de Morfeo, despertándonos con un sobresalto al notar el frenazo que tuvo que dar para no comerse un coche que esperaba para girar. Conforme avanzaban las horas de viaje en aquella máquina soviet, nos acercábamos a la frontera, y nuestros temores se acrecentaban un poco, porque aunque teníamos todo en regla, las historias de sobornos, pasaportes que desaparecen y cosas así que todos hemos leído, se hacían presentes en nuestros comentarios.
El caso es que llegamos a la frontera en sí, donde un militar polaco subió, pidió nuestros pasaportes, les echó un ojo y se los llevó. Al rato, volvió Vitali con ellos en la mano, y cruzamos la parte polaca de la frontera. Unos metros después, nos volvimos a detener, y entraron entonces los militares ucranianos con el mismo procedimiento, salvo que esta vez, la señora que nos pidió la documentación decidió entablar una conversación en inglés con el Sevi y conmigo, que íbamos sentados juntos, la cual paso a relatar:
¿Qué os trae a Ucrania?
-Turismo
¿Cuánto tiempo vais a estar?
-5 días
¿Dónde vais a estar?
-En Lviv y luego en Kiev
¿Dónde?
-Kiev
¿Dónde?
-Kiev
¿Dónde? (Aquí ya nos costaba no descojonarnos en la cara de la señora, pero el temor a que subiese Dimitri con un AK47 en las manos todavía era patente)
- A Kiev, la capital del país
Aaaaaaah, Kyiv (y es que así se transcribe del cirílico y se pronuncia en ucraniano)
Un ratito parados, pasaportes de vuelta con un sello (por fin, pensé que jamás lo estrenaría, y es ya el segundo que tengo) y alguna pregunta a otras personas de nuestro grupo para corroborar nuestra información. Conforme avanzábamos por la carretera y veíamos pueblos de mala muerte, naves y mucho hormigón y uralita pensábamos ¿dónde cojones nos hemos metido?. Casi llegando a Lviv, Vitali nos preguntó a dónde íbamos y nos dejó lo más cerca que pudo de nuestro hostel, al que llegamos en menos de 10 minutos andando. La ciudad nos sorprendía a cada paso que dábamos, del hormigón y los bloques de viviendas sociales del extrarradio pasábamos a una ciudad de estilo moderno, con edificios de principios del siglo XX de lo más coquetos, perfectamente restaurados y calles espaciosas con comercios, buena iluminación (toma nota, Kaunas) y gente.
Nuestro hostel estaba en uno de estos edificios que os digo, el típico en el centro de una ciudad española en el cual en una vivienda se han dividido las dependencias para poner consultas de médicos privados, despachos de abogados o gestorías, uno de estos pisos de techos altos y habitaciones grandísimas. La recepcionsta era muy simpática y muy guapa, todo sea dicho. Y es que, tras nuestra visita a Polonia, donde quedamos un poco decepcionados con el tema de belleza femenina, puedo afirmar que las ucranianas pelean con uñas y dientes el escalón más alto del podio de chicas guapas a las lituanas.
Lviv será sede de la Eurocopa, por lo tanto, la ciudad como ya decía, ha sufrido un lavado de cara. Tiene un par de avenidas muy bonitas llenas de edificios preciosos, una Ópera impresionante y un cementerio (sí, un cementerio, no es que seamos unos frikis, si no que lo recomiendan en las guías de viaje) impresionante. También tiene vida nocturna, y es que no podíamos irnos de Ucrania sin ir a una discoteca en fin de semana (ya que en Kiev estaríamos a princpios de la siguiente) Después de comer en un restaurante pijísimo en el cual había un menú del día barato, el cual no estaba disponible porque era tarde y comimos a la carta igualmente barato en un sitio en el que te ponían el abrigo al irte, fuimos a la estación del tren a por nuestro billete para Kiev. Todo fue muy sencillo, escribiendo la chica nos entendió y nos dio nuestros billetes con la fecha correcta, sin descuento porque en Ucrania el ISIC no funciona, y a la hora correcta, las 6 de la mañana. Nos pareció demasiado fácil, así que decidimos llegar a la estación un poco antes con la colaboración de la recepcionista que nos llamó unos taxis y todo, pese a que la hicimos levantarse, qué encanto de chica.
Tras jugarnos la vida en los taxis ucranianos, que menos mal que no eran Ladas (el coche soviet por excelencia, que también se puede encontrar a patadas en Cuba) llegamos a la estación. Cogimos nuestro tren, y en 6 horas llegaríamos a Kiev. La verdad es que este viaje fue de los mejores: sin fallos, un tren relativamente nuevo y casi todo el viaje durmiendo. Una vez en la capital, al salir de la estación, nos dirigimos al metro. Bueno, os cuento algo para situaros. La moneda de Ucrania es el Gryvna (para nostros Grifa, Chisme o Unidad Monetaria Random) cuyo valor es de 10 céntimos de €uro aproximadamente. El metro valía 2 chismes que cambiabas por una ficha como la de los coches de choque, la cual introducías en el torno al entrar y ya te podías pasar allí todo el día. Una ciudad como Kiev, con un censo de 3 millones de habitantes, pero donde realmente viven cerca de 5 es una locura a la hora de los transportes. Gente corriendo, escaleras interminables (la parada de metro más profunda está a 100m bajo el nivel de la calle) Tras un par de transbordos llegamos a la calle de nuestro hostel, al lado del estadio Olímpico de Kiev (sede de la final de la Euro) Allí nos establecimos en un hostel que estaba bastante bien, pero el chaval de recepción era un tanto gilipollas, que hay que decirlo todo. Una vez duchados y nuestros bártulos en su sitio, nos dimos nuestro primer paseo por la ciudad. Como era domingo, la avenida principal de la ciudad estaba cortada al tráfico, y habia muchísima gente paseando por ella. Está flanqueada por edificios faraónicos en el estilo arquitectónico favorito de Stalin (no, no es el hormigón y la uralita, eso era sólo para las casas de la gente) y es digna de ver. Para mi gusto, esta ciudad no tiene nada que envidiarle a otras grandes urbes europeas, si no que es bastante occidental y muy bonita. También se nota el dinero que proviene del gas, ya que el parque automovilístico de la ciudad es flipante: Mercedes clase G y S por doquier, Acura, Lexus, Infiniti...
Si bien Polonia era ligeramente más barato que España, Ucrania es más o menos igual. Lo que ahorras en transportes y ciertos servicios, lo notas en el carro de la compra. La mayoría de cosas tienen que importarlas, y eso se paga.
Para esta ciudad seguimos una guía de cómo ver Kiev en 3 días que Jose encontró en la red. Bueno, un poco a nuestro ritmo y perdiendo bastante tiempo en la embajada de Bielorrusia, ya que necesitábamos el visado de tránsito para no tener que volver por Polonia, lo que aumentaba considerablemente la duración del viaje. Para todo esto de la embajada, fuimos primero a la española para que nos dijeran dónde estaba la de Bielorrusia, ya que en google fuimos incapaces de encontrarla. A medida que pasaba el tiempo, nos íbamos acostumbrando al alfabeto cilíndrico (gracias Marta :P) y podíamos descifrar algunos carteles, pero otros no había manera, y es que en palabras de José Mota, eso no son letras, son gente asomada, árboles y asientos. El caso es que nos dividimos en dos grupos para buscar la embajada en una manzana enorme, con lo cual uno de los dos equipos no tuvo éxito, y cuando fuimos a reunirnos con el otro grupo en la embajada bielorrusa, al ir a abrir la puerta, un policía me dijo que no, que le siguiese. El tipo comenzó a andar hacia un callejón de lo más sospechoso, y nosotros le seguíamos a una distancia prudencial temiendo que quisiera hacer revisión de carteras o algo parecido, y nos metió a un sótano donde ya nos veíamos contra la pared y con dos balas en el cráneo, pero no, allí estaban el resto rellenando papelorios. La gente de la embajada fue muy maja, pero por más que preguntamos no nos supieron o quisieron decir por cuánto nos saldría la broma, y que teníamos que volver al día siguiente a que nos dieran el visado, que ésto sólo era una instancia. Aprovechamos el resto del día visitando catedrales e iglesias, que en esta zona hay para hartarse, cada cual más bonita que la anterior: San Andrés, Santa Sofía, San Vladimir, incluso entramos en algunas mientras estaban dando misa ortodoxa. El ambiente es muy solemne, las chicas con el pelo tapado, encendiendo velitas cuya luz les iluminaba el rostro y las hacía parecer aún más guapas.
Al día siguiente, antes de ir a por nuestros papeles, necesitábamos los billetes del tren para certificar qué haríamos en la Rusia blanca, así que para la estación que tiramos. Nos hicimos entender con unos post-it traducidos de internet, un mapa escrito en cirílico y la buena fe de la taquillera. Los billetes eran Kiev-Minsk y unas horas más tarde Minsk-Vilnius.
Después, visitamos el santuario de las cuevas, a las cuales no pudisos acceder y la estatua de la Madre Patria, una construcción mastodóntica de más de 100m de altura en cuya base hay un museo de la IIGM muy interesante, al menos para mí. Así empleamos la mañana, y por la tarde a la embajada a completar los papeleos. Tras un rato de cola, un hombre con pinta de haber pertenecido al KGB y con toda la dentadura de oro, nos dejó pasar a unos pocos a las dependencias de la embajada. Una vez allí, tocaba rellenar más papeles y pagar un auténtico dineral para poder estar 48 horas en el país, pero bueno, no había otra opción (si la había pero no la contemplábamos) así que, dicho y hecho, se pagó y por la tarde recogimos el pasaporte con una pegatina electrónica que nos dejaba entrar y salir de Bielorrusia libremente. El último día en Kiev lo invertimos en realizar un free tour por la ciudad, donde nuestra guía, Ludmila, nos contaba historias y curiosidades acerca de los monumentos, edificios y la ciudad en sí (si no, de dónde creéis que he sacado los datos) Por la noche, tras prepararnos un picnic y demás, tomamos el tren con destino Minsk, esta vez era un coche-cama, otra vez separados en dos grupos de 4 en habitáculos contiguos.
El viaje en tren comenzó bien, ya que después de cenar fuimos durmiéndonos poco a poco hasta que se paró el tren, nos despertaron y las autoridades ucranianas nos pidieron la documentación, todo en regla y en marcha otra vez. Una hora más tarde, les tocó el turno a los bielorrusos, aquí es donde más preocupación teníamos, ya que otra vez volvían a nuestra mente las cosas que habíamos leído, oído, etc, pero nada de lo que preocuparnos realmente, porque todo estaba en regla. Pasada otra hora, paramos otra vez, sin saber por qué, pero volvieron a entrar militares y volvieron a echarle un ojo a todos los papeles.
Una vez en Minsk, sacamos algo de dinero, esta vez rublos bielorrusos, con un cambio escandalosísimo, si ya con la Gryvna manejábamos fajos insultantes de billetes, con esta moneda era de risa: 1 €uro son 10000 chismes de estos...
Minsk es el prototipo perfecto de ciudad comunista. Nada más bajar de la estación están las puertas de la ciudad, dos edificios presididos por torres, un reloj en la izquierda, y el emblema del país en la derecha, con la hoz y el martillo más grandes que he visto en mi vida. En esta ciudad les va el turismo barato, todo lleno de hoteles de una estrella (chiste malo :P) Como decía, la arquitectura de la ciudad es muy soviet: avenidas anchísimas, de 8 carriles, aceras de 30 metros de ancho, edificios altos y construcciones civiles de dimensiones faraónicas, según nos explicaron, para recordar al ciudadano su insignificancia ante la maquinaria comunista (suena a cachondeo pero es así) Para comer, para no perder la costumbre, fuimos a un McDonald's que son bastante más baratos que en España, pero si ves la factura te asustas cuando un McMenú completo vale 40000 unidades monetarias, ni que hubieras comprado acciones del restaurante. Dando vueltas por allí, con la sensación de seguridad que aportaba la fuerte presencia policial y militar en toda la ciudad, pasaron las horas hasta que se hizo la hora de volver a casa. El último tren, con destino Vilnius ya nos parecía un cachondeo, tiene huevos que nos volviésemos a sentir seguros en uno de los países más inseguros de la UE, pero así son las cosas y así somos nosotros, que nos enorgullecemos de volver a "entender" los carteles, incluso los militares de la frontera nos parecía que iban de buen rollo, y nos sonreían cuando les dábamos las gracias (Aciu) al devolvernos nuestro pasaporte.
De Vilnius a Kaunas en autobús, pensando seriamente si ir a Barbara's porque era jueves, plan que no cuajó porque estábamos reventadísimos. Por lo menos a las chiquillas del asiento de al lado les alegramos el viaje diciendo gilipolleces acerca de los nombres de las calles de nuestra querida Kaunas según nos acercábamos.
Y así amigos, concluye nuestra andadura por la Europa más del este todavía, espero que os haya gustado la mitad que a mí el poder escribirlo. Saludos para todos, y en breve habrá más
PD: En general, Ucrania me sorprendió gratamente, no me esperaba un país tan bonito ni gente tan normal. Lo único que no hablan casi inglés, pero la infraestructura de este país se come a la polaca con papas, creo que les irá mejor en la Euro que a sus vecinos.
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