viernes, 9 de diciembre de 2011

Vuelta a casa

Ya estoy en España, más concretamente en Murcia, en mi casa. Como la mayoría de Erasmus vuelvo a casa por Navidad, igual que el turrón. Ya sé que es pronto, pero una serie de catastróficas desdichas y desavenencias con uno de mis más queridos departamentos de la facultad me han hecho adelantar mi vuelta. Y para colmo, está nevando en Kaunas, ya sabía yo que esto pasaba, pero bueno, ¿qué le vamos a hacer? Definitivamente ese país se cachondea de mí como quiere

El martes fue mi último día en Kaunas, donde celebramos una especie de despedida en la resi con nuestros amigos Erasmus: pizzas, birra, un rico bizcocho de mis amigas las polacas, la baraja con el joker Zapatero... y luego a Dzem'pub, era martes, no había mucho más que hacer.
El caso es el miércoles que tuve que ir Vilnius para volar hasta Barcelona, porque Ryanair cierra la línea Alicante - Kaunas en invierno. Tras un autobús y un par de trenes me planté en el aeropuerto cargado con mi equipaje. El vuelo salió un poco tarde porque había una ventisca de aguanieve, y tuvieron que rociar el avión con el líquido ese anticongelante que usan en los aeropuertos. Durante el vuelo, mi ración individual de amigos (el que haya visto "El club de la lucha" sabrá de qué hablo, y el que no, le recomiendo que la vea)  correspondió a un chico portugués que había ido de visita a recordar sus tiempos Erasmus.

Llegué a Barcelona por la noche, cogí un tren hasta la estación de Sants, cerca del albergue donde pasaría la noche. Lo encontré rápidamente con la ayuda de un chaval con cara de mono que me indicó dónde estaba la calle. Allí, informé a mis allegados kaunianos que mi vuelo había transcurrido bien, y me fui a dormir pronto tras hacer usufructo del WiFi para ver un par de capítulos de Community. Me levanté, desayuné y me di una vuelta por el barrio de Sants, a ver qué había por allí. No fue gran cosa, pero el volver a ver bares cada 50 metros, gente sonriendo y sol, me pareció agradable. También había un entrenamiento de majorettes en una plaza. Tomé el tren a las 3 de la tarde con destino a Murcia.

(Ahora viene uno de esos párrafos de politiqueo, así que si no os gusta, ignoradlo) Me encorajina la estupidez de este país. Todos los carteles por duplicado, en castellano y catalán ¿pero qué idiotez es esta? Y lo peor es que está subvencionada con mi dinero. En el tren lo mismo, cuando estábamos en Cataluña, hablaban primero en el idioma de Cervantes y luego en catalán, pero es que al llegar a la Comunidad Valenciana, tres cuartos de lo mismo. ¿No podrían gastar todo el dinero que destinan a estas idioteces en algo productivo? Que yo veo genial que sean lenguas oficiales y patrimonio cultural y como tal, haya que conservarlo y promoverlo, pero en la situación en la que nos encontramos veo un malgasto tanta traducción que en realidad no es necesaria.

Vale, sigo con la historia. Durante las 6 horas y 47 minutos de viaje, yo iba a lo mío escuchando música e intentando dormirme, lo cual no conseguí. Los primeros kilómetros del viaje transcurrieron con el Mediterráneo a mi izquierda, así que me dediqué a observarlo, es bonito y es mi mar, coño. Después nos pusieron la típica comedia romántica que nos vende una gran falsedad acerca de las relaciones personales y nos hace creer que todo es de color de rosa, en la cual el ciclado se acaba llevando a la cachonda de turno (esta vez era la rubia de Anatomía de Grey) actuando como el auténtico cretino que es y arreglándolo todo diciéndole que la quiere, ¡JA!. Pero aquí no acaba la cosa, después vino otra comedia romántica con la petarda de la protagonista de Amelie, agárrate que vienen curvas. Entre bodrios del cine de domingo por la tarde y mi mp3 transcurrió el trayecto, y ahí estaban "El Largo" y señora (mis progenitores, para quien no los conozca) esperándome en la estación de tren del Carmen: besos, abrazos, qué delgado te has quedado, lo típico...

Nos montamos en el coche y llegamos a casa, donde lo primero que hice fue darme una ducha en la que, por primera vez en mucho tiempo, el agua caliente no era como chupar un candado, y es que en nuestra residencia creemos que vivimos encima de la caldera, porque el agua tiene un sabor metálico muy poco agradable, y si dejas el grifo cerrado un par de días, al abrirlo de nuevo sale con un tono rojizo no demasiado apetecible. Una vez limpito y con ropa cómoda, no podía hacer otra cosa que cenarme un buen bocadillo de jamón. Sí señores, lo he echado mucho de menos, y en el tiempo que pase aquí pienso devorar todo el que no he podido comer allí.

Sin más, os informo a todos que ya estoy en Murcia sano y salvo, y que mi vuelta a Kaunas se retrasará hasta  la segunda quincena del próximo mes de Enero. Un saludo para todos

PD: Qué duro está el teclado de mi sobremesa después de tres meses con el portátil

1 comentario:

  1. Que alegria!! nos vemos por la facultad la semana que viene!!! come hijo come todo el jamon que puedas!!

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