Pero no esperéis nada del otro jueves ni fotos super molonas meando nuestro nombre en una alfombra blanca, haciendo muñequitos, fuertes, guerras de bolas, angelitos... (mis ganas locas). Tras unos prometedores copos, que entraron al abrir la ventana cuando alguien nos dijo que comenzaba a nevar, todo se quedó ahí. Sí, el suelo tenía manchitas blancas, hacía frío, y era esperanzador, pero nada más.
Así que, proseguimos con el plan original, salir por la noche. Botelleo con vodka de la botella verde ( y mira que los lituanos nos dijeron que ni se nos ocurriese, que eso era mata ratas) pero no había otro en el cutre Maxima al que fue Jose tras salir del gimnasio. Sí, algunos le han echado dos huevos y se han apuntado a uno, yo prefiero el de la uni, lleno de óxido (tengo que poner a prueba mi antitetánica, que nadie me ha asegurado que funcione) El caso es que nos bebimos ese brebaje del infierno, y duré poco con vida. Decidí que lo mejor era ir a acostarme, y eso hice. Una retirada a tiempo es siempre una victoria, chavales.
Tras esto, un finde divertido, sin planes disparatados, pero muy satisfactorios. Un cocidito casero en casa de los de León (pero sin patatuelas ni aperitivos, que luego no nos comemos el cocido de Javi y se enfada) con su respectiva gelatina de vodka para el postre, una fiesta donde las polacas y la noche antes un mano a mano del Jesús Team, sí señores, el sevillano y yo solos de fiesta, ¡con dos cojones! porque nosotros somos leones, no huevones.
¿Y la nieve? Pues seguimos igual, ni rastro. Este país juega con nuestras ilusiones ofreciéndonos unos copos y luego nos los quita. Encima esta semana suben las temperaturas. Como un día dijo un sabio: "Lituania no tiene corazón (y las lituanas menos todavía)"
Nos vamos al Brabaria a calzarnos algún morteraco de esos de 5 litros de cerveza a un módico precio. Hasta pronto, muchachada.
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