martes, 11 de octubre de 2011

Winter is coming...

O para los menos avezados en la lengua de la pérfida Albión, "se acerca el invierno". Los más frikis le encontrarán su gracia y todo al título, digno de Lord Stark, pero como os iba anunciando en la anterior entrada, esto empieza a apretarse. Sí, para esta semana las mínimas empiezan a ser negativas y, hoy, sin ir más lejos, hace un día propio del más puro invierno mediterráneo. Con la lluvia, aire frío y horrible sensación térmica que aporta la humedad podría afirmar que estoy en Mucia en pleno enero.

Lo gracioso de todo esto es que pensaréis que al ser un país lluvioso, estarán preparados y no pasará como en Murcia, que a la mínima que caen cuatro gotas está todo encharcado. Pues nada más lejos de la realidad, está todo levantado, lleno de hoyos y zanjas que tienen la graciosa costumbre de llenarse de agua cuando llueve. Pero eso no es lo peor, es que en nuestro barrio (increíble que no os haya hablado aún de él, ni de nuestra casa, pero se merecen una entrada aparte, que vendrá en breve) que es un barrio residencial (bastante cutre, pero barrio residencial a fin de cuentas) la gente conduce como si le fuera la vida en ello (aunque es así en todo el país, pero aquí es exagerado) la gente va por las calles, rectas y de dos carriles, a unos 70-80 km/h lo cual, sumado a que está todo hecho un solar, hace que salir a la calle un día de lluvia se convierta en una auténtica gimkana. Los coches (y mucho menos nuestro viejo amigo el minibus 30)  no reducen ni aunque les paguen, así que os podéis los baños de agua, barro y piedras que se llevan los incautos que andan demasiado cerca de la calzada.

Otra cosa de la que nos hemos dado cuenta, es que la gente viste igual haga la temperatura que haga, inexplicable. De hecho, hoy me he cruzado con una chica (guapísima, por cierto) que en un día lluvioso, con todo lleno de barro y charcos, vestía con una chaqueta, debajo una camiseta blanca, vaqueros y unos taconazos de color blanco, gracias a los cuales ha estado a pique de abrirse la cabeza varias veces en los metros de trayecto que hemos compartido.

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