¿Qué tal, muchachada?
Esta semana no hemos hecho gran cosa, salvo encarrilar por las mañanas ciertos asuntos académicos y salir un par de noches.
En esta ciudad, en la que hace más frío cada día que pasa, hay pocas cosas que hacer aparte de salir de fiesta, y una de ellas es visitar nuestra segunda casa: Akropolis. Tanto es así, que en nuestros primeros siete días en Kaunas, llegamos a ir seis de ellos.
Akropolis es un centro comercial. Situado más o menos en el centro de la ciudad, muy cerquita del Zalgirio Arena (para los menos avispados, el estadio del Zalgiris Kaunas) Es bastante grande, parece construido alrededor de edificios de principios del siglo XX a juzgar por las fachadas que se pueden observar dentro y en los alrededores.La decoración es de lo más extraño y parece tener una cierta división de sectores en cuanto a la distribución de las tiendas (hombre, mujer, niños, electrónica) porque de otra forma no me explico eso de que haya 4 tiendas de lencería juntas (bueno, me lo imagino, pero está feo decirlo) Como iba diciendo, hay de todo: tiendas de moda (entre las que se incluye toda la maldita gama del imperio Inditex) de deportes, de telefonía, jugueterías, un Elektro Market (ya os hablé de él, el Media Markt en versión soviet) varios restaurantes situados concéntricamente a una pista de hielo. Sí, habéis leído bien, una maldita pista de patinaje sobre hielo, en la que puedes patinar, o simplemente deleitarte viendo cómo la gente se hostia mientras comes algo. Como las pistas de hielo necesitan bastante frío, en las mesas de los restaurantes que lindan con ella, hay mantas para los clientes (también las hay en las terrazas de los restaurantes del centro para los masoquistas que prefieren comer fuera para poder echar un cigarro)
Pero sin duda, para nosotros, lo que más triunfa es MAXIMA, un hipermercado al más puro estilo lituano. Si lo ves desde fuera no se diferencia demasiado de un Carrefour (aunque desde que se llama Carrefour Planet juega en otra liga) Alcampo, Hipercor o Eroski cualquiera. Pero una vez dentro, es cuando puedes apreciar su magia. Está dividido por sectores como es habitual, pero la gama de productos que puedes encontrar es desconcertante para un europeo occidental. En la zona de pescadería hay un acuario con lo que parecen ser carpas, pero hacinadas a más no poder. Imaginad unas 50 en la bañera de vuestra casa... También hay una estantería llena de salazones extraños de pescado cuyo olor se puede percibir en 4 metros a la redonda. La carnicería tiene un gran surtido, y la carne al corte (hasta donde hemos probado) es de buena calidad. En la sección de conservas fue donde adquirimos esa jodida lata de carne de vaca con calidad militar rusa (si eso es lo que comen en el ejército, apaga y vámonos) que no resultó ser más que una lata de comida de gato regurgitada en un bote, horrible. También hay conservas de mariscos, en su mayoría procedentes de España
En la sección de cerveza te puedes perder, hay miles de variedades, entre las cuales pudimos encontrar Estrella Damm como representante de las cervezas españolas. En cuanto al alcohol, diremos que la mayoría es más barato que en nuestro país, con una variedad mareante de Vodkas, aunque algunas cosas, sobre todo las procedentes de los Estados Unidos (Jack Daniels, ejem...) valen un potosí, supongo que esta gente sigue sin terminar de llevarse bien con los yankees.
Nuestro principal problema, es que cada vez que pisamos MAXIMA, siempre aparece alguna frikada en nuestro carro. Ya os he hablado de la dichosa vaca enlatada, pero también podemos destacar otros productos como BEAR BEER (Cerveza de oso) no entiendo nada de lo que pone en la etiqueta, pero tenía pinta de ser de trigo, estilo Paulaner, pero de menor calidad. Aquí tampoco saben lo que es una fregona de tiras de toda la vida, usan una especie de esponja cogida a un palo que tiene unos rodillos para escurrirla, lo cual a mí, particularmente me parece una maldita marranada, pero es lo que hay.
Mañana nos toca volver a Akropolis a comprar algo de comida y algunas cosas más necesarias para continuar con nuestra andanza en las frías repúblicas bálticas. Si algún día venís por aquí, no faltará la excursión a este adictivo centro de derroche de dinero del monopoly (sí, los billetes lituanos parecen de todo menos de verdad)
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