Hola juventud
Algunos pensaréis que he abandonado el proyecto, que me han secuestrado o algo así, pero no. Resulta que durante los primeros días de la semana no ocurrió nada fuera de lo normal. Tuvimos diversiones y entretenimientos varios, pero nada digno de reseñar. El fin de semana la cosa cambió totalmente debido al plan que habíamos estado fraguando: una visita a Vilnius, la capital del país. Pero antes de ese capítulo, lo acontecido no se queda atrás...
Noche del jueves
El jueves por la noche, tras nuestra primera clase/práctica/escuchar a una señora hablar en lituano y resumirlo en inglés en 20 segundos, nos encontrábamos en la resi cuando Alfa, uno de nuestros amigos lituanos nos dijo que subiéramos a la habitación de una chica que cumplía años. Allí comimos un trozo de tarta, estuvimos hablando, riendo y cómo no, tragando vodka a chupitazos (el miércoles también tuvimos otra de esas sesiones) Uno de los temas estrella de la noche fue el chiste fácil con el nombre de nuestro profesor de infecciosas, un señor apellidado Malakauskas (sí, os podéis imaginar el chiste malo) y sus posteriores traducciones al inglés y al lituano, un show. Cuando acabamos la primera botella, fuimos a una tienda de nuestro barrio chungo con dos chavales lituanos y continuamos la fiesta en otro cuarto, esta vez enfrente del nuestro.Tuvimos que pasar las botellas destrangis, porque a la señora de la residencia no le hace gracia que bebamos, no desde que algún iluminado arrojó el monitor de un PC por la ventana del 4º piso cuando Lituania perdió contra Macedonia y fue eliminada del Eurobasket, la herida aún es reciente. Al rato, Jose decidió irse a dormir, pero yo seguí bebiendo y pasando un buen rato. Cuando me retiro a mi cuarto, me encuentro a Jose moribundo sentado en la cama, que se dirige al baño y tras llamar a Juan, Julián, Braulio y toda la maldita corte celestial, comenzó a sufrir terribles dolores de barriga, los cuales le hacían respirar desacompasadamente, con lo cual decidimos ir a un hospital (para los curiosos, os diré que no era muy distinto de uno español, salvo por la gente extraña que trabajaba y entraba como pacientes) . Por la mañana, me había sorprendido el hecho de que no había visto una ambulancia en todos los días que llevaba aquí, y vi pasar dos seguidas. ¡Quién me iba a mí a decir que la tercera la vería por dentro! Alfa nos acompaño a urgencias, donde pasé 6 maravillosas horas (Jamás imaginé que mi primera noche sin dormir en este país no sería de fiesta, si no en un hospital) rompiéndome los riñones en una silla y esperando que le dieran el alta a Jose, que no tenía nada grave, sólo que el vodka le había sentado fatal en el estómago.
Viernes
Durante mi estancia en el hospital con Alfa (el chico se portó de 10, ya que estuvo con nosotros toda la noche) probé una bebida llamada Dinamit·e, algo así como un redbull lituano en un bote amarillo bastante chungo, pero todo terminó bastante bien, y llegamos a tiempo a la cita con nuestro profesor de Cría, un tipo bastante peculiar, que anda como un pingüino, va peinado como Justin Bieber y pronuncia el inglés de manera bastante soviética (Next Vik para los amigos)
Tras esta aventura, teníamos un albergue reservado (realmente barato) en Vilnius con el resto de nuestros amigos españoles en Kaunas, y nos pusimos en marcha. Tras algo más de una hora de tren, llegamos a la capital, depositamos nuestras pertenencias en el albergue, y salimos a comprar algo para cenar y prepararnos para la noche. Os diré que Vilnius y Kaunas son como la noche y el día. La capital sí que es una ciudad centroeuropea (tiene toques soviets, pero es parte de su historia, no de su presente) hay ambiente, gente joven, las personas sonríen por la calle (en Kaunas jamás verás a un hombre sonreir, las chicas son de otra manera) no está todo tan reventadísimo, y no hay solares en el centro de la ciudad. Nuestra primera noche, y acompañados por la hiperactiva Rima (mentora de nuestros amigos) llegamos a una discoteca (club, como dicen aquí, pero a mí esa palabra me sigue sonando a prostíbulo) en la cual había una cola de la hostia. La hermana de Rima nos dijo que pusiéramos cara de tener billetaje, y nos coló evitando la larga espera. La discoteca estaba bastante bien, hacía algo de calor, pero estaba muy bien. Allí, la tónica general de todas las noches, lituanas que bailan contigo y se refriegan a lo bestia, pero poco más. Tras la marcha a dormir de una parte de nuestra expedición, nos quedamos los valientes. La música comenzó a volverse más electro y cañera, conocimos Erasmus españoles de Vilnius y pasamos un rato cojonudo, hasta que decidimos volver al albergue, previa parada en Hesburger (si, lo habéis vuelto a adivinar, la versión comunista de Mc Donald's)
Sábado
El sábado estuvimos de paseo por la ciudad, vimos miles y miles de iglesias (en serio, Vilnius es la ciudad con más iglesias que he visto en mi vida, y todas ellas espectaculares) parques, un barrio de artistas que estaba muy chulo y varias cosas más, como una concentración motera en la que estuvieron pasando motos custom por una gran avenida durante unos 10 minutos, o un señor majísimo que iba promocionando kleenex por la calle y regalando paquetes (esto sí es hospitalidad, no como en Kaunas!) También vimos a la gente de día en la ciudad, y tras esto podemos afirmar rotundamente que las Kauneras son ifinitamente más guapas que las Vilnienses, además, en Kaunas las chicas son más lanzadas, de ahí que podamos afirmar que "En la Lituania soviética son las chicas las que te repasan a tí" (leedlo con acento ruso, es bastante divertido), ya que no se cortan un pelo en mirarte, desnudarte con los ojos, bailar contigo y hasta aquí puedo leer. (Juanjo, a tí ya te daré detalles en privado :P) Aunque claro, yo creo que todo esto es producto del amargamiento general de la población masculina de Kaunas al que hacía referencia anteriormente.
Eso sí, en Vilnius pude ver a una de las candidatas a mujer de mi vida cuando paseábamos por el centro. Una artista callejera (antes de que os echéis las manos a la cabeza, os diré que no era una sucia perroflauta, sólo era una chica que tocaba la guitarra en la calle) preciosísima que cantaba "stop crying your heart out" de Oasis con una voz celestial. Tras el "momento enfermo" prosigo con la historia del fin de semana. Cenamos en un restaurante con comida lituana, bastante buena por cierto, al menos lo que yo pedí, una especie de cazuela de pastel de patatas (aquí todo es de patata, de hecho, creemos que hasta que los españoles no trajimos la patata a Europa, este país no existía. Incluso tenemos la teoría de que los lituanos salen del suelo procedentes de un bulbo) con alitas de pollo dentro. Por la noche, visita a otro club (en serio, cada vez que lo oigo me descojono, llamadlos de otra forma ¡que son discotecas, no putiferios!) con temazos del tipo "Danza Kuduro" (en mi puta vida imaginé que echaría de menos a Pitbull tras varias noches de fiesta sin escucharlo, pero aquí tuvimos nuestra ración y toda la disco se venía arriba) y jarracas de medio litro heladas por menos de 2€uretes. Una de las anécdotas de la noche fue el bailecito de uno de nosotros con un zorrón lituano de unos 40 y tantos que iba enseñando hasta las anginas y acabó con un hostión de la susodicha desde lo alto de la tarima, impresionante. Al recogernos, alguien decidió que Jesusito había olvidado su chaquetón en el guardarropa (aquí son gratis en todos sitios) y nos lo llevamos al hotel. Al rato, descubriríamos que el pobre chaval seguía allí, y le tocó volver en mangas de camisa con una confortable temperatura de unos 5ºC.
DomingoUn día bastante tranquilo, en el cual cogimos un tren para ir a Trakai, donde visitamos un castillo medieval en medio de un lago, comimos unas empanadillas típicas lituanas bastante ricas y cargamos con una garrafa de 5 litros de agua todo el día, ya que cuando paramos a comprar algo para desayunar, decidí que nos sería útil (y no iba del todo desencaminado). Fue una jornada relajada, que acabó con la vuelta de la mayoría de gente a Kaunas. Sólo nos quedamos a dormir en Vilnius tres personas: Marta, que esta mañana cogía un avión hasta Turquía y Jose y yo, que hemos ido a la embajada a hacer unos papeles.
Hasta aquí, el ladrillo de hoy. En próximos capítulos os iré contando más aventuras
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